martes, 30 de septiembre de 2014

La Economía de la revolución sexual Parte 2, por Raúl Vergara Arias @Rau1Vergara

La Economía de la revolución sexual

Parte 2,
por Raúl Vergara Arias @Rau1Vergara

En el artículo anterior vimos cómo durante la mayor parte de la historia, el sexo era físicamente inseparable de la reproducción y generalmente ocurría sólo dentro del matrimonio. Sin embargo, durante la década de 1960 se desató una serie de cambios importantes en la forma en que los occidentales comunes viven la sexualidad, lo cual fue acompañado por una importante transformación de la cultura y los valores, dando pie a un proceso conocido como la Revolución Sexual. En este espacio exploraremos algunas de las explicaciones que ofrece la Economía sobre las causas y consecuencias de dicho fenómeno.

Comencemos recordando que en la coyuntura de mediados del siglo XX se juntaron varios factores que hicieron posible que la sexualidad se viviera de una forma mucho más casual. Por un lado se descubrió que la penicilina era una cura eficaz para la sífilis, por siglos la enfermedad de transmisión sexual más letal. Al mismo tiempo, se estaban inventando toda una serie de electrodomésticos que permitieron que las tareas del hogar pudieran realizarse más rápida y fácilmente, una vez que antaño eran necesarias varias horas. Aunado a ello, fue el momento en que la economía basada en los servicios se volvió prevalente en los países desarrollados. Esto hizo que la fuerza  física se volviera irrelevante en la mayoría de los trabajos, mientras que la educación se convirtió en un determinante clave para el éxito profesional de las personas.

Los avances en las tecnologías domésticas, así como los cambios del mundo laboral contribuyeron para cambiar el rol de las mujeres en la sociedad; permitiéndoles tener mayor independencia financiera. Esto hizo que los beneficios esperables del matrimonio fueran menores para la mujer promedio (era factible valerse por sí mismas), y que el costo de oportunidad de tener hijos se disparara (actualmente se calcula que por cada año que una mujer pospone la maternidad, sus ingresos a lo largo de la vida aumentan en un 10%). Al mismo tiempo, el valor de la educación superior aumentó para ambos sexos, por lo que el número de jóvenes que fue a la universidad creció de manera importante en los 60 y 70, lo cual trajo sus propias consecuencias: por un lado la opción de casarse joven se volvió menos atractiva (para no afectar los estudios) y por otro, millones de jóvenes de ambos sexos años salieron de casas de sus padres para vivir en comunidades universitarias sin deseo alguno de contraer nupcias pronto. Las implicaciones son obvias.

Por si todo lo anterior fuera poco, el terreno fértil para la Revolución también fue preparado por un factor demográfico importante. En Estados Unidos y Europa Occidental, donde se gestó la Revolución Sexual que estamos analizando, la tasa de natalidad fue sumamente baja durante los difíciles años de la Gran Depresión y la Segunda Guerra Mundial. No obstante, después de 1945 comenzó el Baby Boom de la postguerra, donde la cantidad de bebés que nacieron fue mucho más alta que en los años anteriores. Ahora bien, existe una gran cantidad de estudios (y lo podemos corroborar en la vida cotidiana) que indican que las mujeres suelen preferir salir con hombres unos cuantos años más grandes que ellas. Lo que sucedió hacia fines de los 60 fue que había una gran cantidad de mujeres veinteañeras en relación con los hombres ligeramente mayores. En términos económicos, hubo un “exceso de demanda” de hombres, lo que a su vez les dio un mayor poder de negociación en las relaciones, pues tenían mucho de donde escoger. Si tomamos en cuenta que los hombres suelen dar una mayor valoración al sexo casual que las mujeres, vemos cómo la competencia que este accidente demográfico generó entre las mujeres pudo contribuir para que el sexo no necesariamente formara parte de una relación comprometida.

Finalmente, para que pudiera acontecer la Revolución Sexual con la fuerza que tuvo, era de suma importancia que existiera un método confiable que permitiera controlar la reproducción, permitiendo separar a voluntad el sexo de la procreación. Durante siglos, el miedo al embarazo había sido el anticonceptivo más importante, sin embargo a principios de los 60 apareció la píldora anticonceptiva, que vino a incendiar el terreno que se había preparado por todos los factores antes descritos. Su importancia es tan grande porque a diferencia de los demás medios de control de la natalidad, éste está completamente en poder de la mujer, lo que la volvió muy relevante en un contexto de integración del sexo femenino a la vida laboral y a la educación superior. Al mismo tiempo, el uso del condón no se extendió sino hasta la aparición del SIDA en los 80. Es plausible creer que la vivencia de la sexualidad se habría relajado aún sin la existencia de la píldora, no obstante, el análisis económico apunta en gran medida a que para el “costo” del sexo bajara lo suficiente como para dar pie a una Revolución, era necesaria la existencia de tecnologías que hicieran que la posibilidad de embarazo fuera completamente voluntaria.

En la Parte 3 del artículo exploraremos más sobre las consecuencias de la Revolución Sexual.

Bibliografía

Akerlof, George A. (1998), "Men Without Children", Economic Journal

Akerloff, G. (1996). Why kids have kids. Slate Magazine.

The Austin Institute for the Study of Family and Culture. (2014). The Economics of sex. The Austin Institute.

Becker, Gary S., and Richard A. Posner. Uncommon Sense: Economic Insights, from Marriage to Terrorism. Chicago: U of Chicago, 2009. Print.

RINCÓN ECONÓMICO, por Raúl Vergara Arias
Economía
5º Semestre
Twitter:@Rau1Vergara

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